martes, 27 de noviembre de 2007

OPINIÓN LITERARIA: ENSAYO SOBRE LA LUCIDEZ DE JOSÉ SARAMAGO


Una aburrida mesa electoral, con una pertinaz lluvia como marco, en una ciudad capital sin nombre, es el disparador de esta narración llamada: “Ensayo sobre la lucidez” de José Saramago.
En esta novela, el escritor portugués, reitera el dilema antifáctico donde se pregunta: ¿Que pasaría si? , ya ensayado en “Informe sobre la ceguera”; ¿que pasaría si la gente dejara de ver?; en ésta: ¿que pasaría si la gente no votara?; y luego retomando, esta idea, en “Las Intermitencias de la muerte”, donde el autor se pregunta: ¿que pasaría si la gente dejara de morir?, completando este tríptico apasionante de la narrativa de Saramago.
En esta novela, el premio Nóbel de literatura, realiza una acida y profunda critica a la política de estos tiempos, en particular a la miopía, o ceguera, de sus dirigencias. Tres partidos políticos dominan la escena, el de la derecha, actual y eterno partido de gobierno, el del medio, y el de la izquierda, que completan la oposición, ninguno de ellos puede comprender el “desaire” de la población que decidió votar en blanco masivamente. Desde ahí comienza una pertinaz y obsesiva investigación del gobierno, que necesita encontrar un culpable de lo que considera una traición y complot del anarquismo internacional. La obsesión del gobierno por encontrar una respuesta, y si es necesario inventarla, contrasta con la tranquilidad de un pueblo que casi aparece como un protagonista ausente de la novela, aunque en realidad es el gran protagonista, de esta revolución de los “blanqueros” como en un momento del relato se los llama.
Promediando la novela, cuando ésta parece dejar lugar al ensayo, la aparición de una carta, de una mujer; sobreviviente de la epidemia de ceguera; que servirá de chivo expiatorio, y un policía, sacan de la monotonía en que parece haber caído la narración, para convertirla en un relato apasionante no exento de condimentos de thriller policial y novela de ficción-política.
En el comienzo de la narración uno de los personajes asegura: “Malos tiempos para votar”, se esta refiriendo a la lluvia torrencial del día del comicio, pero en realidad esta haciendo un vaticinio de lo que vendrá, en la novela y en estos tiempos políticos. Probablemente serán malos tiempos para votar, pero buenos para aplicar el ejercicio de la lucidez, en esta época electoral dónde aparece tanto camandulero regodeándose en su propia banalidad. Editada por Alfaguara en 423 páginas.
LUIS SELLÁN

viernes, 23 de noviembre de 2007


EDITORIAL

BORGES: LA ARGENTINIDAD AL PALO


Como en el ajedrez-dice Borges-: “Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. ¿Que Dios detrás de Dios la trama empieza? (…) el jugador es prisionero de otro tablero de negras noches y de blancos días”. Solo otro Borges-convertido en ser imaginario- pudo conducir la pluma brillante del maestro y también de su propia vida, donde literatura y vida se bifurcan en variados e insospechados laberintos. Borges fue el niño bien, educado en Ginebra, ciudad que eligió para morir, pero también es el orillero mezclado entre guapos y cuchilleros.
Borges llevó la ceguera clavada como un vaticinio ineludible, pero vio como pocos una realidad que lo agobiaba, llevándolo a pesar de su origen patricio y burgués a un anarquismo permanente.
Políticamente incorrecto, a veces exasperante, otras repudiable, con un humor fino e irónico, que quizás por una ironía de la vida, los “incorregibles peronistas” lo transformaron de bibliotecario a inspector de aves y corrales.
Probablemente, Borges, sea el más fiel exponente de la esquizofrenia argentina, de esa argentinidad al palo, donde se mezclan nuestras virtudes y defectos más profundos. Criticado por los que lo escucharon poco y lo leyeron nada, Borges; como en “El Otro”; se encuentra constantemente con él mismo en un sueño interminable y sin remedio, donde leerlo es un placer permanente, porque Borges, al igual que Gardel, cada día escribe mejor.

LUIS ALBERTO SELLÁN

miércoles, 21 de noviembre de 2007


GABO
Calles polvorientas, de veranos inagotables y agobiantes, amores húmedos en hamacas paraguayas, la inmensa soledad de estirpes condenadas al olvido, hacen el universo garciamarquiano.
García Márquez revolucionó la literatura latinoamericana con “Cien años de soledad”, mediante la cual fue conocido para el gran público de América, pero particularmente para los circuitos culturales de Buenos Aires. “Cien años” vino a sintetizar ya los rasgos fundamentales de su narrativa: ese realismo mágico; tan real como inverosímil; donde se conjugan las pasiones, los olvidos y las tristezas de nuestros pueblos.
Su primera novela, La Hojarasca; publicada en 1955; fue la primera introducción a ese mundo fantástico, representado en Macondo, dónde realiza un perfecto ensayo de ese monólogo interior, que tanto caracteriza a su narrativa, y que como señalara Guillermo Saccomano ha hecho de su novela: “Una auténtica poética del espacio”.
García Márquez irrumpió en los años sesenta, incorporándose a la galería fantástica del “Boom” latinoamericano, y desde ahí se transformó además del poeta de la narrativa, en el periodista, el historiador, el militante, el fotógrafo de un continente, el hombre capaz de sentenciar que las estirpes que viven de espejismos, “ serían desterradas de la memoria de los hombres, por que no tenían segunda oportunidad sobre la tierra”, tan profético como duro, pero tan real aunque sea dicho desde Macondo, espejo donde los argentinos también nos reflejamos.
LUIS SELLÁN