Este país suele ser increíble. De golpe, casi de la nada, surgen héroes impensados. Ayer Julio Cleto pasó de ser un gris vicepresidente y aliado útil del Gobierno, al estadista preferido de los aduladores de la nueva política y del republicanismo ligth. Pero, como de la nada también, hoy aparece en el firmamento de la política argentina un nuevo movimiento: los “susanos”, liderados por la “diva de la TV”, Susana Giménez, cuya síntesis ideológica está en la frase: “El que mata debe morir”. Una frase mediocre, pobre y triste que, sin embargo, promete convertirse en la frase del año. A esta lamentable frase, y al movimiento de los susanos, se han sumado víctimas directas de la inseguridad; los únicos que tienen derecho a la desesperación y a los exabruptos, doñas rosas televisivas, personajes faranduleros y, los más peligrosos, los que honran desde siempre la “mano fuerte” de la policía y la represión de cuanto “cabecita negra” que ande por ahí y sea mínimamente sospechado de ser un delincuente.
El que mata debe morir ha dicho la nueva filósofa argentina del teléfono, pero ¿no sería bueno también que Susana nos dijera qué debemos hacer con los que esconden sus autos de discapacitados debajo de un pajar o quienes hacen negocios telefónicos truchos para asociaciones como la de (in) felices los niños, o los faranduleros que han sido funcionales al discurso de la dictadura? Seguro que Susana lo dirá, o su movimiento será más de lo mismo.
PUBLICADA EN PÁGINA/12- 20/03/09- POR LUIS SELLÁN
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