lunes, 9 de febrero de 2009

25 AÑOS SIN JULIO


AQUEL REGRESO Y  LAMENTABLE OLVIDO

 Ya poco quedaba de la vida de Cortázar;  que se produciría el 12 de febrero de 1984 y no el 14 como dijimos en la anterior nota;  cuando Argentina volvió a la democracia y Cortazar pudo viajar a Buenos Aires pocos días antes de la asunción de Alfonsín. Lamentablemente, por un olvido imperdonable o la operación de  un funcionario que nunca falta el escritor de la voz afrancesada fue ignorado por las futuras nuevas autoridades. Sinembrago una noche a la salida de un cineuna manifestación que clamaba por los derechos humanos alcanzó a distinguir su figura por sobre todas las cabezas. "Ahí está Cortázar", gritaron. En un segundo estaban junto a él. Madres de Plaza de Mayo, periodistas, estudiantes, todos lo rodeaban y lo llenaban de besos y abrazos. Cortázar estaba feliz. Apenas le quedaban algunos meses de vida. La leucemia avanzaba y lo esculpía lentamente en el recuerdo. Volvió a París prometiendo regresar a Buenos Aires. La lucha debía continuar, la Buenos Aires pocos días antes de la asunción de Alfonsín. Pero dejó en aquellos días su palabra sobre los tiempos que vendrían: "Se creen ya 'en democracia', los ilusos; les insistí en que ahora hay que edificar la democracia, y no sobre una base paternalista y piramidal, Alfonsín reemplazando a Perón en el mito. ¿Serán capaces? Ojalá, ¡pero cuántos 'chantas' hay por allá!. Esperemos y peleemos".

   El 12 de febrero de 1984 sobrevino la muerte. Fue sepultado dos días después, en el cementerio de Montparnasse. Hacía frío y un rayo de sol apenas se filtraba entre los árboles. Un grupo de latinoamericanos esperaban acurrucados; los ojos hinchados, el silencio y las lágrimas. Todo era muy triste en ese cuadro parisino. Debajo de una lápida grisácea descansaba finalmente un escritor que había aprendido a amar la revolución y llevarla hasta las páginas de sus libros. A miles de kilómetros de distancia, en un continente teñido de sangre, sudor y lágrimas, un pueblo entero continuaría con una lucha cada vez más utópica, cada vez más eterna, y algún intendente le pondría su nombre a una plaza para mitigar aunque sea un poco tan lamentable olvido.EL CIUDADANO

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