jueves, 6 de agosto de 2009

DESDE EL MIRADOR

EL MITO DE LA NOCTURNIDAD, Y EL ARTE DE TIRAR LA BASURA DEBAJO DE LA ALFOMBRA

POR LUIS SELLÁN

Una vez más un horrendo crimen producido en nuestra ciudad, nos pone en presencia del debate de la seguridad y qué hacer con los pibes y la noche. Una vez más los políticos van detrás del problema, presionados por una multitudinaria marcha de vecinos, que reclamaron con un silencio que abrumaba por justicia y por nunca más crímenes impunes, que mayoritariamente afecta a nuestros jóvenes.

Pero es bueno preguntarse: ¿es la exagerada nocturnidad de los chicos, que provoca asesinatos crueles como el del pobre Juan Cruz?. Hace un tiempo atrás el ex gobernador Duhalde, “el de la mejor policía del mundo”, pretendió poner límites en la nocturnidad acotando el horario de funcionamiento de los boliches; dicha medida fue derrotada por los propios jóvenes que una vez que dejaban los locales nocturnos, terminaban en los bares de estaciones de servicio o en las veredas bebiendo; gracias a la “caritativa piedad” de un kiosquero amigo.

En lo personal no entiendo ni me gusta el modo de diversión de los pibes de hoy; pero le pido a los memoriosos de mi edad que recuerden que nosotros también teníamos nuestra previa, por ejemplo en el querido bar López, Argón o El Comercial- que todavía existe-. Luego íbamos al boliche y se terminaba aveces en un baile de club de barrio o recorrido de boliches; aveces en otras ciudades, teníamos, previa, partido y tiempo suplementario. Probablemente no había los grados de alcoholismo que hay hoy, sobretodo en chicas, y quizás éramos más solidarios, si un compañero estaba mal lo llevábamos a la casa.

Esta situación no se va a solucionar limitando el horario, creo lamentablemente, es una medida que ya está demostrado tendrá a mi criterio poca efectividad, es para quedar bien ante la presión de la gente; a la cual es tan “sensible” la dirigencia política, y en especial por el conmovedor reclamo de los amigos de Juan Cruz, que gracias a ellos y a la acción de la policía, no le plantaron un bolso y un presunto delito-por lo menos así lo señalaron los medios-. Se imaginan ustedes, que hubiera pasado si el chico muerto hubiese sido un morochito con gorrita y solitario, quizás hoy en lugar de hablar de “gatillo fácil” se estaría hablando del agente de civil que evitó un robo, y nadie hubiera marchado por él.

A Juan Cruz lo mató un loco enajenado, que hubiese matado a cualquier hora, los locos enajenados y asesinos no esperan que se hagan las cuatro o las cinco de la mañana para matar lo hacen cuando quieren. Además Juan Cruz ni siquiera estaba en un boliche, había salido a festejar el día del amigo- por lo menos así se informó-, es decir este asesinato en particular no tendría nada que ver con la llamada nocturnidad.

Lamentablemente, la “mala conducta” de algunos chicos en la noche, no se soluciona poniendo coto al horario de la nocturnidad- a lo sumo será un placebo- o cercenando las libertades individuales- perdón por la “antigüedad”-, sino a mi entender pasa por un problema cultural, de pérdida de valores. Donde todos, hemos perdido; en casa y en la escuela; nuestro rol de adultos, por un lado, y por otro, la existencia de gran cantidad de chicos sometidos por una sociedad que no les da oportunidades y los mutila intelectualmente con hambre, marginación, discriminación y desesperanza. En estos días hemos leído y escuchado cosas tremendas, sobretodo en algunas redes virtuales: como el pedido de creación de fuerzas “parapoliciales”-ni idea tienen los que proponen eso- militarizar las calles y como siempre el viejo reclamo de más policías: ¿Como quien?: ¿Cómo el asesino de Juan Cruz?; ¿u otros; la mayoría quiero creer; quizás con buenas intenciones pero con solo tres meses de instrucción?

No pretendo con estas ideas generar más desesperanza, lo que pretendo es que la política se ponga delante de los problemas, no detrás, que nosotros como padres o como educadores escuchemos más a los pibes que nos están dando un mensaje cuando se embriagan o se pelean en la calle y ocupemos el rol que debemos ocupar, al estado para que cumpla su papel de proteger a todos los ciudadanos, especialmente a los más vulnerables y a los chicos que sean más solidarios y se cuiden.

Cuando muere un pibe en la calle, victima de un delito, del gatillo fácil, de sobredosis, o de ¡HAMBRE!- que quizás sea el mayor crimen-, en realidad nos estamos muriendo como sociedad.

Aunque por suerte nos cuidan los vigías de la comunidad, perdón: la guardia urbana.


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