En la mañana del 23 de enero de 1989, las radios capitalinas empezaban a hablar de un nuevo levantamiento carapintada. Aún estaba fresco el último; de los tres que debió soportar el Presidente Alfonsín; producido en Villa Martelli por Mohamed Ali Seineldín en diciembre del 88.
Un camión de Coca Cola, varios autos y menos de medio centenar de militantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP) ingresaron el 23 de enero de 1989 al Regimiento de Infantería Mecanizada de La Tablada. Cómo si la inteligencia militar tuviera preparada una emboscada sobre los atacantes, la policía de la provincia de Buenos Aires primero y el ejercito después realizaron un cerrojo que no permitió salir a los intrusos, muchos de los cuales cayeron apenas ingresaron, y hay quienes dicen que pretendieron rendirse apenas pasado el mediodía, sin embargo, hasta el otro día se siguieron escuchando disparos, presencia de aparentes francotiradores que nunca se comprobaron y una parafernalia de tiros, cañonazos e incendios, que pareció más a una puesta en escena por el ejército que encontró en la Tablada la justificación ideal a la guerra sucia.
El MTP era un movimiento surgido en los albores de la democracia, como un movimiento de opinión no político aparentemente, quien reunía en sus filas a dirigentes sociales, gremiales, de derechos humanos y religiosos, entremezclados con ex combatientes del ERP, la cabeza del movimiento fue Jorge Baños, un abogado vinculado a los Derechos Humanos; y entre sus miembros más encumbrados estuvieron: Jaime Dri, Pablo Díaz(sobreviviente de la noche de los lápices), Melitón Vázquez, y el sacerdote capuchino Fray Antonio Puigjane, un sacerdote vinculado a las causas de los derechos humanos muy cercano al pensamiento de Mñor Angelelli, asesinado durante la dictadura.
El órgano de difusión era la revista Entre Todos, y en sus páginas escribieron personajes de todo el espectro político, desde Carlos Auyero, hasta Carlos Menem, para nombrar algunos; su eslogan era precisamente: “Peronistas, radicales, cristianos y socialistas, todos juntos por la patria”; ni al más agudo observador se le podría ocurrir el final que tuvo el movimiento.
Aunque en el año 87, luego de los acontecimientos de semana santa, tuvo un giro ideológico, blanqueó la presencia de Enrique Gorriarán Merlo en la conducción; Baños tomó su defensa; quien había realizado una autocritica de su pasado y según sus palabras apostaba a la democracia, sin embargo la presencia del ex líder del ERP provocó el alejamiento de Dri, Vázquez, Díaz y Manuel Gaggero, entre otros.
Diez días antes; de los acontecimientos de La Tablada, el abogado Jorge Baños denunciaba en conferencia de prensa un inminente levantamiento carapintada, y vinculaba en ese levantamiento al entonces candidato Menem y al vice presidente Martínez, conjuntamente con Seineldin y Rico quienes estaban presos. Alguna vez el Comisario Pirker, jefe de la federal,muerto meses después dijo que él en dos horas hubiera desalojado a los insurrectos, pese a que durante 30 horas el cuartel estuvo sometido a bombas y disparos, nunca quedaron debidamente aclaradas las causas de muchas de las muertes. Hubo denuncias que los militares usaron fósforo blanco, y que habrían torturado y fusilado tras la rendición, de hecho hay fotos donde se ven militantes del MTP con vida y luego están en la lista de muertos o desaparecidos; el caso más emblemático es el de “Pancho” Provenzano a quien lo habrían visto con vida y luego su cuerpo fue encontrado carbonizado y prácticamente irreconocible, de los dirigentes más encumbrados que salieron con vida del cuartel él único fue Roberto Felicetti, mientras que Gorriarán quien habría dirigido las acciones desde afuera escapó y estuvo varios años prófugo hasta que se entregó en México, mientras que Fray Puigjane quien no participó del hecho y según cuenta se enteró por televisión y radio, se entregó y estuvo diez años presos. Hubo once muertos del lado del ejército y las fuerzas de seguridad, entre ellos dos conscriptos y del lado de los insurrectos 39 guerrilleros, entre ellos seis están desaparecidos, que en el informe 55 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de noviembre de 1997, se consigna la información: Carlos Alberto Burgos, José Alejandro Díaz, Juan Manuel Murúa, Iván Ruiz, Carlos Samojedny, y Roberto Sánchez. Cuatro fueron ejecutados extrajudicialmente: Berta Calvo, Francisco Provenzano, Pablo Martín Ramos, y Ricardo Veiga. Otros 19 murieron dentro del cuartel: Eduardo Agüero, Oscar Allende, Ricardo Arona, Julio Arroyo, Jorge Baños, Pablo Belli, Pedro Cabañas, José Luis Calda, José Cébala, Claudia Deles, Félix Díaz, Roberto Vital Gaguine, Juan González Rabuggetti, Claudia Lareu, Horacio Luque, Miguel Ángel Luque(los hermanos Luque son de Zárate), Carlos Maldonado, Sergio Mamani, y Aldira Pereyra Nunes.
Aún resta que saber que paso en La Tablada; ¿Que quisieron hacer Gorriarán y sus compañeros?; ¿realmente hubo un intento de golpe?, ¿les vendieron carne podrida los servicios de inteligencia?, ¿sectores del gobierno pretendieron obtener alguna ganancia con tan insensato ataque? La verdad que Gorriarán se llevó el secreto a la tumba, en su libro de memorias(DE LOS SETENTA A LA TABLADA EDITORIAL PLANETA) se limita a decir la teoría del golpe pero es poco creíble,igual que los guerrilleros sobrevivientes quienes guardan un absoluto silencio y solidario discurso; el mismo de su jefe muerto.
La cuestión que este copamiento fue un golpe a la democracia y a la lucha popular, y sirvió de caldo de cultivo para que los grupos reaccionarios exigieran más impunidad, el indulto menemista fue el premio deseado y obtenido por la derecha argentina, mientras que en La Tablada aún perdura el olor de carne humana joven quemada por una loca y última aventura guerrillera y por la supuesta aplicación de las prácticas del terrorismo de estado.
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