lunes, 25 de agosto de 2008


Leonardo Boff(*): "Si no tenemos utopías, nos empantanamos en los intereses individuales"


POR CLAUDIO MARTYNIUK( para Clarín)



El compromiso por los pobres y el respeto a toda vida podrían desarrollar una conciencia de solidaridad y responsabilidad que evite que la crisis ecológica derive en una catástrofe. De paso por la Argentina, el teólogo y ecologista dialogó con Clarín.
Nada de lo humano le es ajeno a Leonardo Boff. Autor de una gran obra, centrada en la Teología de la Liberación, militante ecológico, luchador contra la opresión social y la cultura patriarcal, dejó el ejercicio sacerdotal oficial en 1992, luego de padecer sanciones y apercibimientos del Vaticano. Invitado por la fundación AVINA, realizó actividades en distintos puntos del país y conversó en exclusivo con Clarín.



¿Qué balance puede hacer de la difusión de la Teología de la Liberación en América latina? ¿La lucha contra la opresión sigue siendo un ideal vigente?

La Teología de la Liberación sigue vigente en aquellas iglesias y grupos que toman en serio la injusticia social y la opresión que sufren las grandes mayorías. Hoy es en los movimientos populares, en los círculos bíblicos, de carácter ecuménico, donde la Teología de la Liberación encuentra su más grande difusión. Está presente en todo el mundo, en Asia, Africa, América Latina y en grupos solidarios del Primer Mundo. Esto se puede comprobar en los foros mundiales de Teología de la Liberación que se hacen una semana antes de los foros sociales mundiales, sea en Porto Alegre, en Nairobi y el año próximo en Belem de Brasil.

Su actual preocupación ecológica, ¿cómo se vincula con la teología? ¿Hay un "puente" entre teología y ecología?

La Teología de la Liberación nació escuchando el grito del oprimido: pobres económicos, indígenas, afrodescendientes, mujeres. Hoy gritan las aguas, los bosques, los animales, es toda la Tierra la que grita. Dentro de la opción por los pobres y contra la pobreza debe ser incluida la Tierra y todos los ecosistemas. La Tierra es el gran pobre que debe ser liberado junto a sus hijos e hijas condenados. Y la opción por los pobres es la marca registrada de la Teología de la Liberación.

La mayoría de los problemas ecológicos son causados por las naciones más ricas. ¿Qué pueden hacer los más pobres para preservar el ambiente?

La causa principal del clamor ecológico es el tipo de producción y consumo que se impuso desde los países ricos sobre todo el mundo. Este sistema explota las personas, las clases, los países, y la Tierra. La consecuencia la notamos ahora con el calentamiento global que puede poner en riesgo la biodiversidad y, en el límite, a la especie humana. A los pobres les cabe gritar, denunciar y luchar para que se cambie este paradigma tecnocientífico y la cultura productivista y consumista. Caso contrario vamos todos al encuentro de lo peor. No hay un arca de Noé que salve a algunos y deje perecer a los demás. O nos salvamos todos, o perecemos todos. Los pobres son aquellos que por su situación de explotados ven mejor la perversidad de este sistema antivida.

La filosofía de la historia moderna nos legó la idea de un camino de desarrollo infinito. Esta idea se ha encarnado sobre todo en el campo de la producción técnica. ¿Con esta ideología es posible establecer un orden social ecológico? ¿En su caso, qué idea debería sustituirla?

Un desarrollo infinito es imposible en un planeta finito y con recursos escasos. Esta idea es una ilusión no totalmente asimilada por los que tienen la conducción del proceso productivo en el mundo. Pero ya se están dando cuenta de que la lógica de este tipo de desarrollo está en contradicción con la lógica de la vida. O cambiamos o la Tierra no va a aguantar. Hay que pasar de una sociedad de producción de productos materiales a otro tipo de sociedad de sustentación de toda vida, y de producción de valores humanos que puedan ser compartidos por todos, porque la Tierra es de todos. Tenemos que producir para atender a las demandas humanas en sintonía con los ciclos de la naturaleza y con sentido de equidad en la distribución de los beneficios y servicios para todos.

En el plano ecológico mental, Ud. le asigna especial relevancia al costado femenino que tendrían todos los seres humanos, ya que lo asocia a una ética del cuidado. ¿Qué efectos sociales tendría la extensión de esta actitud entre los miembros de la familia humana?

Somos herederos de una cultura patriarcal que se ha impuesto en los últimos doce mil años. Ella ha creado el Estado, las leyes, la burocracia, los ejércitos y la guerra. Esta cultura ha dominado a la mujer o la ha hecho invisible en la sociedad. Esto ha significado una recíproca deshumanización porque el hombre ha reprimido lo femenino que hay en él y ha forzado a la mujer a reprimir lo masculino que hay en ella. Cada ser humano es sustentado por estas dos fuerzas constituyentes de nuestra identidad: lo femenino que responde por la capacidad humana de acogida, de enternecimiento, de sensibilidad, de cuidado y de sentido de lo simbólico y de lo espiritual, y por lo masculino que atañe a la racionalidad, al trabajo, a la superación de obstáculos, al poder y a la utilización de la fuerza. En el hombre y en la mujer coexisten estas dos dimensiones. Cuando son bien articuladas y asumidas de forma integradora, componen la excelencia del ser humano. La mujer es la portadora privilegiada, sin ser exclusiva, de esta dimensión de lo femenino. Por eso está mas cercana a la complejidad, a la vida y al cuidado que la vida necesita. Hoy se hace urgente rescatar lo femenino para tratar mejor la naturaleza, respetar las alteridades y salvaguardar la vida amenazada.

¿Es posible restablecer alguna utopía en nuestra época? ¿Qué rasgos debería tener?

Una sociedad no vive sin utopías, es decir, sin un sueño de dignidad, de respeto a la vida y de convivencia pacífica entre las personas y pueblos. Si no tenemos utopías nos empantanamos en los intereses individuales y grupales y perdemos el sentido del bien vivir en común. A mi juicio, la utopía que puede reencantar a la vida es una relación de reverencia y respeto a toda vida, de sinergia con las fuerzas de la naturaleza, de hospitalidad con todos los seres humanos y de convivencia en la diversidad de culturas, religiones y de visiones de mundo. Una utopía de una Tierra organizada desde una articulación central de valores, principios y poderes que administren los recursos escasos para todos, habitando como una familia en la misma casa común, la Tierra. Esto no es imposible. Efectivamente vamos a construir una sociedad así o posiblemente Gaia, la Tierra viva, no nos va a soportar y va a expulsarnos como una célula cancerígena.

En el mundo hay hambre y aumenta el precio de los alimentos. ¿Debería existir una ética para moderar el negocio de los productos destinados a satisfacer las necesidades básicas de los seres humanos?

Yo creo que el hambre de millones de personas, no a raíz de falta de alimentos sino de la incapacidad de adquirirlos por la demasiada pobreza, demuestra la ausencia de sensibilidad delante del sufrimiento de los otros humanos. Somos crueles y sin piedad. Existe la urgencia de una gobernabilidad central de la humanidad y de la Tierra que tenga poder para garantizar a los vulnerables el alimento necesario, suficiente y decente. Comer es un derecho humano fundamental y es un deber de todas las sociedades y Estados garantizarlo, porque somos hijos e hijas de la Tierra. Creo que lentamente vamos caminando en esta dirección porque de otra forma no vamos a mantener la familia unida, sino bifurcarla entre aquellos que comen y aquellos que no comen.

El consumismo es un rasgo de nuestra civilización. ¿Cómo se podría atemperarlo, hacerlo responsable?

Cada uno tiene que desarrollar una concienca de solidaridad humanitaria y de responsabilidad universal. El consumo debe de ser medido, debe alcanzar una justa medida. Podemos vivir bien con menos. Importa incorporar valores intangibles que dan sentido a la vida y a la convivencia, como el cuidado mutuo, la compasión con los que sufren, la cooperación para que todos tengan lo necesario. Cada uno tiene que hacer la revolución molecular, es decir, empezar por sí mismo y realizar lo que Gandhi decía: "Sé tu mismo la solución y el mundo que tú quieres para los demás".

¿Es posible, en este mundo, mantener el sentido del humor' ¿Qué formas de felicidad podemos alcanzar?

A pesar del abatimiento y de la melancolía que la actual situación del mundo nos puede producir subjetivamente, podemos mantener el sentido de humor porque existe en nosotros la irrefrenable convicción de que la vida es más fuerte que la muerte y que podemos disfrutar de todo lo que la Tierra nos brinda con su vitalidad y que los seres humanos han creado con su ingenio. Hay potencialidades en nosotros y en el proceso evolutivo que todavía no se han realizado y que pueden irrumpir, abriendo un nuevo ciclo en la historia, más integrador y más respetuoso de cada ser del universo.

El actual Papa es muy crítico con el relativismo ético. ¿Cuál es su posición ante el relativismo?

Todo lo que es creado y está en proceso de crecimiento y de evolución es relativo en un doble sentido: relativo en la medida que está siempre relacionado con todo lo demás y que nadie vive fuera de la relación. Relativo en un segundo sentido de que el absoluto es solamente Dios. Todo lo demás es relativo, puede cambiar, puede ser diferente, no puede imponerse a los demás. Solamente espíritus autoritarios imponen lo relativo suyo como algo absoluto, congelando la historia y el caminar de los humanos. Lo que debemos es asumir nuestra transitoriedad con responsabilidad, con sentido de respeto y veneración, caminando junto con los demás y construyendo algo colectivo que sea bueno para la vida y para la convivencia entre las diversidades humanas.
Copyright Clarín, 2008


*Leonardo Boff, nacido en Concordia, Brasil, en 1938, es uno de los principales teóricos de la Teología de la Liberación y de la Teología Ecológica. Sus posicionamientos suelen ser una influencia determinante en la manera de asumir la religión como una política para el cambio, y frecuentemente sus criterios no son compartidos por la Iglesia.
En mayo de este año, el Papa Benedicto XVI inauguró en Brasil la V Asamblea de la Conferencia Episcopal de América Latina y El Caribe. La visita del Pontífice estuvo marcada por la polémica sobre el aborto en la sociedad brasileña, cuyo país, que se acerca a los 190 millones de personas, tiene la mayor población católica del mundo.En contraste, Brasil engloba una de las tasas más altas de casos de SIDA, y sólo en 1995, esta enfermedad fue la principal causa de muerte entre las mujeres jóvenes en el Estado de Sao Paulo.El fomento masivo del uso del preservativo por parte del Estado brasileño, ha generado una amarga disputa con la Iglesia Católica, que defiende la enseñanza de la abstinencia.A pesar de que el Papa Benedicto XVI condenó el aborto, las relaciones prematrimoniales, los matrimonios homosexuales, y especialmente la profilaxis sexual, el gobierno de Lula Da Silva lanzó esta semana una campaña para concienciar a los ciudadanos en materia sexual. Destaca sobretodo el anuncio sobre la intención de convocar a un referéndum popular para la aprobación de una ley que permita el aborto.
Leonardo Boff es considerado en América Latina una de las voces más autorizadas en los temas ecológicos, y abordará los retos que enfrenta aquél continente a la luz del cambio climático, de la deforestación del Amazonas y del uso alternativo del etanol.Esta conferencia continúa los foros de "Tribuna Iberoamericana", por los que ya han pasado el presidente de Honduras, Manuel Zelaya; el vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera; la Secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez; la Comisaria europea para Latinoamérica, Benita Ferrero Waldner; el Secretario General para Iberoamérica, Enrique Iglesias; entre otras figuras de la política
latinoamericana
.Su libro, "Iglesia, carisma y poder" (1981) proponía cambios en la estructura de poder de la Iglesia. Por esta obra fue juzgado en 1984 en Roma por la Congregación para la Doctrina de la Fe y condenado en 1985 a un año de "obsequioso silencio", así como a la abstención de conceder entrevistas, impartir conferencias y escribir artículos. En 2001 recibió el Premio al Correcto Modo de Vida, también llamado "Nobel Alternativo".Ha sido asesor de movimientos sociales como el Movimiento de los Sin Tierra (MST) o las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), y es miembro de la Comisión Internacional de la Carta de la Tierra.
Comparte su vida con Marcia Monteiro da Silva y tienen su residencia en una casa de campo en plena naturaleza de Petrópolis. Marcia, comprometida con las comunidades religiosas de base, es madre de seis hijos de un anterior matrimonio.

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